martes, 2 de mayo de 2017

Cosas Ordinarias Extraordinariamente Bien...


Para tener éxito no tienes que hacer cosas extraordinarias, sino cosas ordinarias extraordinariamente bien

  
Esta sociedad en la que vivimos nos ha ido amaestrando a conciencia para que creamos que para ser alguien importante tenemos que ser superiores al resto. Nos dicen que el mundo cambia demasiado deprisa, que debemos estar preparados para ello. Ya desde el colegio nos instruyen con valores equivocados: hay que ser el mejor de la clase, el que mejor lee, el que mejor escribe, el que saca mejores notas, hay que ser competitivo para llegar a ser alguien en la vida.


Y después en el día a día se nos muestra la ley del más fuerte, o comes o te comen, consigue tus objetivos aunque en el camino tengas que pisar a quien sea, o incluso tengas que agachar la cabeza y perder tu dignidad, pero nada importa si consigues llegar a ser alguien y que los que te rodean estén orgullosos de ti; y si de paso la gente te envidia por ser quien eres y llegar donde has llegado mucho mejor. ¿Es eso realmente lo que queremos ser? ¿Es en ese mundo donde queremos criar a nuestros hijos?


La clave del éxito no está en las metas que nos ponga una sociedad que no tiene valores. La clave del éxito está sólo en nosotros mismos. No es necesario pisar a nadie para llegar a un objetivo, trabajando juntos en ello el objetivo se alcanza más fácil y rápidamente, pues hay dos corazones latiendo a la par, uniéndose por algo que les merece la pena, y al final del camino la victoria será de ambos, por haber trabajado juntos.


Venimos sin nada y nos vamos sin nada, y parece ser que en alguna parte del camino lo olvidamos. Cuando demos el paso a la otra vida nuestra alma no se va a plantear si hemos tenido mayores o menores riquezas, sino si hemos conseguido nuestros objetivos y si ha sido de la forma adecuada, porque si no ha sido la correcta ya os digo que no tendrá ningún valor y habrá que volver a empezar.


Y ahora yo os pregunto ¿qué os hace sentir mejor, haber provocado la sonrisa de un niño o tener un fajo de billetes en la mano? ¿Saber que has sido tan importante para alguien que ha sido capaz de abandonar todo por estar a tu lado o mirar para abajo y ver a un sin fin de personas gritando tu nombre? ¿Calmar el llanto de alguien con el latir de tu corazón o tener una casa de tres plantas con siete cuartos de baño? ¿Ayudar a un anciano que ha caído a levantarse o tener los bolsillos llenos mientras en tu residencia de ancianos ni siquiera tienen satisfechas las necesidades básicas? ¿Los cuentos que te cuenta alguien para dormir o las batallitas que te cuenta cualquiera que se cree alguien?


Planteaos de verdad cuál es vuestro objetivo e intentad llegar a él desde el respeto, desde el amor y desde la ilusión. Compartiendo vuestros logros con todo el mundo y ofreciendo la mano a quienes también quieren llegar a hacer algo tan maravilloso como lo que estáis haciendo vosotros. No enseñéis a vuestros hijos a sentirse orgullosos de tener más dinero que el otro, sino por tener más valores y ser capaces de ir por el mundo con la cabeza bien alta siendo concientes del verdadero valor de las cosas, y del verdadero valor de las personas.


¿No es fácil actuar así en este mundo nuestro? ¿Se van a aprovechar de nosotros? Idea equivocada. Es tan fácil o tan difícil como nosotros mismos nos  marquemos y no olvidéis que tener buen corazón no es sinónimo de ser tonto, por más que nos lo repitan para que lo asumamos como tal no es lo mismo.


Cada éxito nos lo marcamos nosotros mismos, con nuestros actos, con nuestras decisiones, con nuestros pasos. Para tenerlo no hay que hacer cosas extraordinarias pues no estamos compitiendo con nada ni con nadie, ni siquiera con nosotros mismos. Hay que hacer cosas ordinarias, cosas que a alguien sin valores le parezcan incluso estúpidas, extraordinariamente bien, porque ahí es donde estará el valor de todo. Alguien para quien una sonrisa no tenga ningún valor se perderá toda la satisfacción que se siente cuando alguien te mira a los ojos, te sonríe e ilumina un día que hasta ese momento había sido oscuro.


Por ello disfrutad, sonreíd, ayudad, compartid, sorprended, emocionad, cantad, escribid, conversad, jugad, soñad,  respirad, amad…  poniendo el corazón en cada una de ellas, haced cosas ordinarias extraordinariamente bien; así no necesitareis que absolutamente nadie se sienta orgulloso/a de vosotros, porque será vuestra alma la que viva ya con ese sentimiento todos y cada uno de los días que os quedan por vivir.

----------------------------------    Almudena   ---------------------------------------