Querida abuelita mía:
Te escribo porque necesito sacar esta tristeza que siento
dentro de mí, y no lo consigo… me está quemando la impotencia de no estar a tu
lado en estos últimos momentos tan difíciles… aún no he podido derramar una
lágrima que ayude a calmar esta pena que llevo dentro…incluso a veces me
escucho y me siento insensible, me escucho decir: “sólo deseo que se quede
durmiendo ya y deje de sufrir”… y me siento tan mal por pensar así, mi vida…
pero sólo quiero que descanses… no soporto verte sufrir como lo estás haciendo…
una persona tan bondadosa como tú no se lo merece…
A veces mi alma se escapa por las noches para estar a tu
lado, en tu cama, junto a ti… y te abrazo con mis alas para que te sientas
protegida y tranquila… te pregunto por qué elijes seguir sufriendo… por qué no
quieres descansar ya… y me respondes que no quieres dejarnos solos…
¡Ay abuela! ¿Cómo puedo hacerte entender que aunque lo
intentaras con toda tu fuerza nunca podrías dejarnos solo? ¿Cómo puedo hacerte
entender que eso es imposible? Formas parte de mí desde antes de que naciera…
desde antes incluso de que decidiera venir a este mundo… Te veo en cada cosa
que hago, en cada palabra que digo, en cada paso que doy…
Tú me has enseñado muchas más cosas de las que eres
consciente… muchas más cosas incluso de las que yo pueda ser consciente…
Me has enseñado que en esta vida es más fácil vivir sin
enfadarse… que cada persona está en un momento diferente de su camino y te es
importante respetarlo… que en muchos momentos es importante mirar a una persona
a los ojos, sonreír y darle un abrazo… a pesar de que te esté diciendo palabras
duras… porque te está diciendo aquello que siente, y capaz que tú ya estás más
adelante en el camino, pero es necesario que respetes así su momento y le hagas
saber que estás a su lado y que no hace falta más…” a veces las personas no nos
entendemos, pero a veces tampoco es necesario entender tanto…” me decías… y tus
palabras resuenan dentro de mi corazón… A ti siempre se te ha dado mucho mejor
que a mí todo eso… debe ser porque tú eres más que una maestra, y yo aún estoy
en el camino…
Me has enseñado a sanar a través del amor… a sentir cuando
alguien está sufriendo y regalarle caricias mágicas… como tú las llamabas… “este
es mi don, te lo regalo” me decías… ¡Ay abuela! Si supieras que tu legado ha
ido mucho más allá… si supieras las de dolencias que he podido ayudar a sanar
gracias a tus enseñanzas… si supieras que tu bisnieta intenta curar cualquier
herida con sus besos mágicos porque como ella dice “me han enseñado mamá y la
abuelita porque ellas son mágicas y especiales…” aún tiene en sus recuerdos de
niña la primera vez que curaste su dolor de barriga… como me hacías a mí cuando
yo era pequeña… Gran legado dejas, mi querida abuela, tú me has enseñado que
hay ángeles entre nosotros… pero hacen invisibles sus alas para que el resto
del mundo no los descubra, porque a veces no es necesario entender tanto…
Podría escribir un libro con todas las enseñanzas que
recuerdo de ti… con todas tus frases, todas tus sonrisas, tus miradas... todos
tus consejos y tus abrazos… y lamento tanto que no puedas recordar nada de eso…
¡Qué triste esta enfermedad que te tiene cautiva desde hace años y no te deja
recordar la maravillosa persona que eres y todo el bien que has hecho!
Por eso te escribo para recordártelo… porque sé que no
escuchas mis palabras a través del teléfono cuando te hablo… porque hace tiempo
que ya no me reconoces, aunque veo el brillo en tus ojos cuando me miras, y sé
que tu alma me reconoce por ti…
Ya has hecho el último milagro que podías hacer ¿sabes? Has
reunido a todos tus hijos para darse amor en lugar de discusiones y reproches…
es hermoso ver cómo se abrazan y te miran… tristes si… tristes porque no eres
eterna abuela… pero tu legado y tu amor es eterno, aunque no lo sea el cuerpo…
entiendo su tristeza… no debe ser fácil decir adiós a una persona que además de
ser maravillosa es tu madre…
Abuela querida… cómo me gustaría poder estar a tu lado… sólo
quiero recordarte que mi alma siempre va a estar cerca de la tuya… y sé que
cuando decidas que ya es bastante, que ha llegado la hora de dejar tu cuerpo y
volver a volar, recordarás todo lo que esa enfermedad te estaba ocultando, y
podrás sonreír por fin de nuevo, sabiendo que has dejado una huella maravillosa
y que todo está bien…
Te adoro abuela… por encima de todas las cosas… y creo que
ya entiendo porqué aún no he llorado mi pena… y es porque toda la felicidad que
me has regalado la supera con creces…
Nos vemos cuando llegue el momento de reunirnos de nuevo,
intentaré aplicar tu enseñanzas lo mejor que pueda y cuando decidas que ha
llegado el momento: Vuela alto y sé feliz.
¡Te quiero mi Reina Mora!
Con todo mi amor, tu nieta Almudena.
PD: Gracias por dejarme como regalo de nacimiento tu don y
tus ojos, ¡molan un montón! Y gracias
por haber compartido el suficiente tiempo con nosotros como para conocer a mis
dos hijos, seguro que han heredado de ti tu maravillosa bondad. ¡Te quiero
guapa! ¡Guapa más que guapa!